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Demonios y ¿ángeles?

Una reflexión sobre la mentira perversa

Publicado: 2013-08-23

Hoy día, en clase, el profesor nos explicó algunas cosas de cómo funcionaban los grupos humanos para Freud y la extensión que hizo Bion de los conceptos freudianos. Y me pareció muy interesante, dado que vengo leyendo Asylums de Erving Goffman, en los que narra cómo las instituciones que buscan “reformar” (o formatear) a las personas para que tengan determinados comportamientos socialmente deseables (o necesarios para la conveniencia de algún grupo, justamente el grupo que dirige la institución) hacen su trabajo y cómo la persona interna vive en este mundo. Él mismo se internó y vivió como un interno en un centro hospitalario mental para hacer su investigación. Goffman toma como ejemplo principal a las instituciones mentales y dice que de la misma manera funcionan las cárceles, los institutos religiosos, los internados y los institutos militares.

¿A qué viene todo esto? A una teoría que hice alrededor del año 2000 ó 2001. En ese tiempo yo era aún estudiante de psicología y me llegó por accidente la historia de una persona que había sido víctima de abuso sexual (abuso sexual no implica necesariamente el acto sexual completo, por si acaso) siendo menor de edad (y bien menor), por un religioso (o que se valía de su oficio de religioso para poder acceder a menores de edad y a ganarse la confianza de sus familias). Luego me enteré de muchas más personas ligadas a este mismo abusador, que habían sufrido este mismo trato. Y, claro, la persona había sido retenida por la institución religiosa, en calidad de “retiro”, en la casa de formación de la institución, durante varios años, hasta que finalmente fue liberada. Actualmente vive en otro país, está casado y tiene hijos (qué miedo por los amigos de sus hijos).

Cuando me entero, le digo a quien era mi enamorada en esa época, que si esta institución había sido “perversamente concebida”, era la coartada perfecta. Y no era tan difícil hacerla. Ella, por supuesto, me acusó de paranoico. Ahora pertenece a la institución. Supongo que no recuerda esta teoría.

Mi teoría consistía en lo siguiente: Una persona sedienta de poder (consciente o inconscientemente) necesitaba captar voluntades para su propósito. Para esto, necesitaba captar gente sensible, inteligente y, por supuesto, manipulable. Estas personas tenían que ser menores que él y si eran adolescentes idealistas sin padre o con problemas con la figura paterna, mejor. Para someter esas voluntades, se les tenía que “formar” y para formarlos, primero había que “romperlos” psicológicamente hasta que estuvieran listos para obedecer ciegamente. El camino a la obediencia podía ser largo, pero si era minuciosamente preparado, era posible. Se los podía romper con exigencias físicas, con exigencias de trabajo, con insultos, con humillaciones, haciéndolos sentirse “impuros”, con sentimiento de culpa, amenazándolos con repetir los mismos defectos de sus padres, dándoles un sentido a su vida (que sería justamente servir a esta persona “tocada” por Dios) o simplemente manteniéndolos económicamente. Claro, como todo grupo surgirían las pugnas y las purgas en el camino por ser “la mano derecha” y esa mano podría ser cambiada siempre según el capricho del líder, cosa que los tenía a todos permanentemente “en vilo” y listos para todo. Y la coartada era cualquier cosa. En este caso, mi teoría apuntaba a la religión, pero podría ser política, dinero, placer o cualquier otra cosa que haga que una persona sea poderosa. Lo principal era el poder, la ideología lo secundario (aunque para los “fieles”, tendría que parecer que no importara el poder y que todo era la ideología). Eso con respecto al grupo central. Luego habría que buscar posibles “piezas de recambio”. Un número de gente que con el tiempo se podría formar para ampliar las redes de poder. Pero tenía que ser gente especial, similar al primer grupo en potencia. A estos no se les daría toda la información, pero se les seduciría permanentemente para que sueñen con pertenecer al grupo principal y que en la medida de sus ganas (y de sus problemas psicológicos bien manipulados) estuvieran dispuestos a hacer todo o a callar todo lo que vieran por miedo, obediencia, arribismo o estupidez. A este segundo grupo le llamé “menú”.

Y, finalmente, tendrían que conseguir la famosa “cortina de humo”, que son los miles y miles de cojudos que pueden ser convocados bajo un ideal y que sólo sirven para que los perversos iniciales avancen con su plan de poder. Este tercer grupo es siempre gente buena, bien intencionada, realmente sincera y sana, pero que dado que son buenos y no se imaginan cómo procede la perversión, creen a los líderes y depositan en ellos su confianza al punto que a pesar de que sean descubiertos uno por uno, afirmen siempre que son un “caso aislado” según les dicen los que siguen dirigiendo el grupo. Esta gente es inocente hasta cierto punto, pero como me dijo una vez un sacerdote: “Los mongolitos (por la gente Down) se van al cielo; los cojudos, no.”

De este tercer grupo se puede acceder también al segundo y en pocos casos al segundo. Los del segundo grupo siempre serán buscados específicamente. Las proporciones que calculé serían así: 5% del total del grupo son los perversos/perversos; 10% los futuros perversos o cojudos que observan y no se dan cuenta de lo que está pasando; y, el resto, cortina de humo.

En este camino de tanto “escoger” y guardar secretitos, es posible que la perversión se cocine y se experimenten diferentes caminos de humillación, torturas, sexualidad, abusos, etc. Claro, con la consabida prudencia y ocultismo y con un halo de santidad que hace pensar a los abusados que en realidad están siendo “escogidos” y que así están avanzando hacia una libertad mayor. La gente que se “echara” en el camino o los que se fueran y hablaran tendrían que ser controlados y el ejercicio del “control de daños” sería también una prueba de fidelidad.

El doble mensaje es espectacular: se critica la heterodoxia de cualquier tipo, pero la incoherencia al interior es gigantesca (aunque lo que se hace adentro también es ortodoxamente diseñado); huelen pecado en todos lados, pero quienes apestan a perversión son ellos mismos; cualquier disidencia es considerada traición, pero no es traición jugar con las voluntades de las personas para su propio placer; es mejor sumarse al abusivo, que defender al abusado (lógico: ¿prefieres insultar o ser insultado?); todos son fariseos, menos ellos que son especiales y sí pueden hacer lo que prohíben al resto; lo de ellos no es delito, es amor, caridad, etc. Lo que muchas veces dicen del psicoanálisis no lo dicen para ellos: “No puede ser que te tengas que hacer psicoanálisis para entenderlo, eso es una ideología”. Creo que pasa exactamente lo mismo: sólo convertido “la ves”. Y, convertido en realidad es “pervertido”.

En fin. Todo esto va escrito porque me fastidia el abuso. Y veo que se comete y que cuando está amarrado con el poder, se perpetúa. Cuidemos a nuestros hijos de este tipo de instituciones falsas. Siempre he dicho que no se puede acusar a todos los sacerdotes por unos cuantos abusivos ni a toda la Iglesia por unas instituciones concebidas perversamente. Pero la verdad es que da para desconfiar. Como me dijo una vez uno de los ahora descubiertos como abusador cuando lo fui a cuestionar por ocultar a esta persona: “Lamentablemente, Gonzalito, todo esto tiene como base la confianza y contra eso no podemos hacer nada”. Maldito. Y encima se dio el lujo de comentar por ahí que no le había gustado mi reacción.

Personalmente, les recomiendo, dada mi experiencia personal y de consultorio, seguir el antiguo dicho: “Cuando el río suena es porque piedras trae”. Nunca como en este caso el sonido del río fue tan verdadero. Y, como siempre, nadie lo escuchó… y probablemente queden muchos con tapones aún.

Ah, me olvidaba… Bion. Bueno, Bion dice más o menos lo mismo pero como teoría de los grupos, no de grupos religiosos falsos.

(Publicado anteriormente en Divanaciones, blog que ya no existe en la web)


Escrito por

Gonzalo Cano Roncagliolo

Quise ser escritor toda mi vida. Luego de dar muchas vueltas por la vida, me atrevo a escribir.


Publicado en

Dibanaciones

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