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Los hijos de la calle

Sleepers

Una película sobre la venganza a los abusadores que quedan impunes

Gonzalo Cano Roncagliolo

Publicado: 2016-08-31

Esta película le permite a uno pensar en la venganza, la hecha por las propias manos y la justicia que en algunos lugares se puede lograr. Ambas se disfrutan, la verdad. Más la racional, que es la trama de la película. Pero la otra no deja de provocarle a uno si se pone en los zapatos de las víctimas. 

Vi la película porque me la recomendó una persona que sabe que me interesa el tema de los abusos que se cometen en las instituciones que “cuidan” o “mejoran” a las personas y me la mencionó. La vi hace ya unos años, pero la he vuelto a ver.

Destacan los actores: Robert De Niro, Dustin Hoffman, Brad Pitt, Jason Patrick, Kevin Bacon, Minnie Driver y Vittorio Gassman. No es un elenco despreciable, para nada.

La película está ambientada en un barrio en New York conocido como Hell´s Kitchen (cocina del diablo) donde un grupo de cuatro adolescentes traviesos y con posible futuro delincuencial, sueltan un carro de salchichas en una bajada del metro de la ciudad. El carro aplasta a una persona y los envían a una correccional por un tiempo.

Una vez en la correccional, los guardias les pegan, los encierran, los violan y les hacen todo tipo de maldades con tal de doblegarlos. Bien interesante lo que sucede en una “correccional”. Ellos nunca hablan del asunto por décadas. Hasta que algo sucede: dos de ellos, los que se habían vuelto delincuentes, se encuentran al líder de los guardias en un restaurante. Y lo matan a balazos. Van a juicio. No hay muchos testigos y el fiscal es otro de los abusados. Se arma un jurado y empieza el juicio. El fiscal, que es su amigo y “compañero de violación”, los “acusa buscando liberarlos”. En el camino, dado que el fiscal había estado haciendo investigación sobre todos los violadores esperando el momento justo para hacerlos caer, fueron cayendo los secuaces del asesinado.

Al final, gracias la ayuda del sacerdote párroco del barrio, que también había estado de joven en la correccional y que durante la adolescencia de estos chicos los había acompañado como confesor y amigo, se logra que los dos acusados de asesinato sean declarados inocentes.

Al final, todos los amigos terminan juntos en una cena. Es una cena realmente feliz. Luego todos continúan con sus vidas tal cual sucedía antes del juicio. El daño recibido no fue curado, todos siguieron sus vidas y con sus problemas después del juicio. La venganza no cura. Pero a veces es la única justicia disponible, sea efectiva o no. En todo caso, funciona como “cierre”, como se dice en mi ciencia.

Vale la pena ver la película. He omitido todos los detalles posibles de cómo se va desenvolviendo para no contar todo. Además, hay un libro del mismo nombre, en el que se basó la película. Escrito por una de las víctimas, en la que cuenta esta historia. Así que, pese a lo trillado de la frase… “es de la vida real”. Y parece ser que en la vida real sí existen personas que se compadecen de las víctimas y ayudan a conseguir justicia. Y hasta puede ser un sacerdote quien lo haga. Habría que ver si lo haría en el caso de que el abusador fuera otro sacerdote. Pero eso no importa ahora.

Creo que es una película que hay que ver en estos tiempos en que los abusos, de todo tipo, a los niños, las mujeres, las minorías, etc. están siendo pensados y escuchados por varios lados en el Perú. Me preocupa este tema especialmente por las vidas de las víctimas. Creo que deben ser reparadas, por los ofensores o por las instancias protectoras privadas, militares, religiosas o estatales que no cumplieron su función. Pero me preocupa también que el resultado de la poca preocupación por las víctimas termine en violencia grave. No sería raro, nunca sabremos, que hayan asesinatos de venganza relacionados con este tipo de abusos. En la película, claro está, mueren los abusadores. De alguna manera es un final feliz. Pero también podrían haber muerto las víctimas, para silenciarlas. Vale la pena pensar un poco en esto. Normalmente las víctimas no tienen poder, ni dinero, ni prestigio, ni manejo de medios, como para que se sepa realmente la historia. No sería raro que en la vida real las víctimas sean a su vez silenciadas por las instituciones, que en la vida práctica, si bien "sirven" para promover a las personas, en realidad son más importantes que las personas.


Escrito por

Gonzalo Cano Roncagliolo

Quise ser escritor toda mi vida. Luego de dar muchas vueltas por la vida, me atrevo a escribir.


Publicado en

Dibanaciones

Un blog de Gonzalo Cano