Imagínense que uno de sus mejores amigos, un hombre tranquilo y apacible, con quien estudiaron en la universidad y que está casado con una amiga también del mismo grupo, a quien ven con frecuencia y que es el padrino de alguno de sus hijos, que tiene un gran trabajo en un importante organismo internacional les ha mentido desde que tenía dieciocho años. Esta novela de no ficción (sí, el personaje existe) narra la historia de una mentira, que llevó a Jean Claude Romand, quien aún purga condena en una cárcel en Francia, a matar a sus padres, hijos y esposa y luego prender fuego a la casa donde están sus víctimas y a él con ellas.  

La mentira de Romand consistía en que no era el profesional que decía ser, no trabajaba donde decía trabajar (no tenía trabajo en realidad), tenía una amante en otra ciudad (a la que también le mentía y estafaba) y era un embaucador con sus padres, amigos y parientes para vivir usando su dinero abusando de su confianza ofreciéndoles inversiones en Suiza que en realidad no existían. Una mentira que duró casi dos décadas y que nadie descubría. Y que ante la posibilidad de ser descubierto, terminó con el asesinato de su familia y el intento de suicidio. Él fue el único sobreviviente.

Si ya les conté la historia, probablemente no les interese leer la novela. Pero de eso no se trata el relato. Emmanuel Carrere, el escritor, quiso narrar la historia de Romand. Pero no la que ya había salido en los periódicos, sino la historia de lo sucedido en su mente. Luego de unos años de haber intentado comunicarse con Romand para entrevistarlo, Romand acepta la propuesta y empieza a narrarle lo sucedido. La historia entonces pasa a ser no la noticia, sino lo que había sucedido dentro de Romand que lo llevó a mentir hasta ese punto y a tener que matar a quienes más quería e incluso atentar contra su propia vida con tal de no ver su mentira descubierta, o, en sus propias palabras, no darles esa decepción a los suyos, a quienes amaba fehacientemente.

Como psicólogo me interesó mucho la propuesta y me leí el libro de un solo tirón. Y hay material fascinante. La escritura permite hacer con el autor un trabajo de detective mental para intentar comprender los vericuetos que hay que recorrer de la vida de Romand para hacer una explicación que nos suene coherente con los actos que realizó.

Sin embargo, lo más valioso de libro me parece la certificación que trae al leerlo, de que todos mentimos y nos enredamos en nuestras mentiras. Que todos tenemos un adversario adentro que nos lleva a pelearnos con la realidad para adaptarla a nuestras necesidades. Y que la cordura a veces depende de cuán dispuestos estamos a saber que nuestras mentiras (las que nos hacemos a nosotros mismos y las que les hacemos a los demás) lo son y como el alumno o alumna que levantan la mano para reconocer la travesura que hizo en clase decir: “Yo fui, me equivoqué, disculpas”. A pesar de lo terrible del relato, y por más trillada que sea la frase: Nadie esta libre. No todos tenemos el potencial de cometer un crimen de esa magnitud, pero todos podemos vivir para nuestra mentira, que siempre empieza como una pequeña historia y que termina siendo una novela de ficción. Creo que El Adversario es también una advertencia para todos, no sólo un relato psicológico o la historia de un crimen. Vale la pena leerla y hay película.

PD: Este texto lo escribí antes de que “el adversario” de Alan García lo matara… Creo que por eso es oportuno publicarlo ahora… Con las distancias del caso, Romand quería ahorrarle a su familia el dolor de saber su mentira… García quiso volver su mentira la historia de un martirio…