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El Espía del Inca

Publicado: 2020-04-21

Librazo. Eso debería ser suficiente de decir para animar a las personas a leerlo. Pero en un país de escasos lectores, alto analfabetismo funcional y en donde la cultura no es algo que sea una prioridad, la gente no lee. Igual, diremos un poco más del libro: es un placer.  

En primer lugar, se disfruta el lenguaje. Dumett usa tres tipos de lenguaje en castellano. Probablemente que sea lingüista ha sido de gran ayuda para poder hacerlo. Combina en la narración el lenguaje que usamos los lectores, con la manera de describir las cosas de las culturas prehispánicas (porque hay Incas, norteños, chancas, etc.) y el español antiguo. Las palabras quechuas que era necesario conservar, quedaron ahí. Y al final hay dos glosarios: uno de palabras en runa simi y otro de palabras de castellano antiguo. Ya haber construido una novela con este afán es heroico. Especialmente porque se lee fluidamente.

En segundo lugar, por lo menos para los que estudiamos una historia del Perú Antiguo antes de que llegaran los aportes de Rostorowski, Pease y otros etnohistoriadores al aula escolar, pinta un Tahuantinsuyo vivo, lleno de colores y de humanidad. En mi caso, hasta hace unos años y por lecturas que se me ocurrió leer, sólo sabía datos de los Incas y de las culturas antiguas. Ubicación geográfica, antigüedad, cerámica, principales dioses, telares, tumbas, organización política, ruinas y alguna que otra lista de temas o características eran lo que se conocía normalmente. Una historia muerta, un conjunto de datos inconexos que no generaban ninguna fantasía. El Espía del Inca usa todo eso, porque se nota el conocimiento histórico detrás de la construcción de los personajes y las escenas, y lo hace explotar a la vida. Intrigas palaciegas, celos, amores, envidias, luchas fraticidas, rivalidades entre grupos (culturas, familias, zonas geográficas), resentimientos, guerreros famosos, armas, ropa, vida familiar, ternura, grandeza, escenas cotidianas del Perú Antiguo, ceremonias religiosas, ropa, colores, etc. Todo está ahí. Nos pone ante una ficción real. A mí me hizo sentir que estaba ante un Señor de los Anillos incaico, porque hasta poderes y magia hay.

En tercer lugar: los personajes. Es imposible no identificarse con los personajes principales, así uno no hubiera procedido como ellos y no pueda comprender lo que están haciendo. Todos están creados con un trabajo de filigrana bastante bueno, que permite ver sus interioridades e historias personales. Quizás esto me gusta por ser psicólogo, pero no es algo menor. Las vidas de Oscollo, Cusi Yupanqui, Chalco Chima o incluso del mismo Atahualpa lo dejan a uno con la necesidad de saber más de los demás personajes. Y no son las únicas, pero sí las más extensas. Los españoles, el conflicto entre Pizarro y Almagro, las distintas personalidades de los famosos traductores, la intriga que podrían haber generado estos raros humanos en los incas. Todo es atractivo.

Cuarto: los quipus. Su significado es un misterio. Real o no el uso que hace de ellos, son personajes claves, son los nudos de la historia. Por eso el libro entero está hecho como quipus, que permite pasar del pasado al presente de la novela o de un personaje a otro que cuentan la misma historia (la de la novela) pero la van armando desde lados distintos.

Finalmente, la intriga del rescate del Inca. Todas las historias de todos los personajes confluyen hacia allí. Mantiene la tensión y el interés del lector todo el tiempo. Incluso, ya que todos sabemos desde el comienzo cuál es el final de Atahualpa, uno espera en todo momento que triunfe la conspiración. Pero el ser humano es el ser humano y siempre termina siendo él mismo. Deja para pensar cuánto hay de racional en las guerras y en las conquistas (hasta en los negocios) y cuánto hay de emocional en ellas.

Este libro será de mis libros favoritos por muchos años. Es un libro largo, pero no podía ser más corto. Toma varias novelas encontrarse con una que a uno lo tenga enganchado hasta cuando no se está leyendo. ¡Gracias Rafael Dumett!


Escrito por

Gonzalo Cano Roncagliolo

Quise ser escritor toda mi vida. Luego de dar muchas vueltas por la vida, me atrevo a escribir.


Publicado en

Dibanaciones

Un blog de Gonzalo Cano