Era invencible. Las noticias y las conversaciones repetidas fueron haciendo que se recluyera cada vez más. Sólo escuchaba una voz. Cien días era mucho. Se puso la ropa para salir, ahora sin temor. Se burló de la gente. Nunca se pondría eso en la cara. Caminó respirando su libertad resucitada. Le gritaban. Lo insultaban. Siguió, directo al mar. Se quitó la ropa y puso los pies en la orilla. Sintió el agua fría calarle los dedos. Entró pausadamente hacia la olas. Siguió la voz. Y regresó.