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La tarjeta

Microcuento

Publicado: 2021-02-25

Boca arriba me dolía la espalda y al revés, el vientre. La espera se hacía cada vez más larga. Dijeron que tardarían una hora.

Apenas vi el caballo empecé a vomitar. Mi desayuno en el suelo, mezclado con ichu. Igual se fueron. ¿Cuánto faltaba? Ya había contado sesenta veces hasta sesenta. ¿Si el dolor se ponía peor?

Pensé que eran ellos con cada sonido de fuera. Perdí la llave por unos minutos y la encontré en el suelo. Mil sesentas después, apareció. Tocó el vidrio. Me hice el dormido. Tocó más fuerte. Hice fuerza con mis ojos. Insistió. Abrí.

- ¡Puf!, te estás pudriendo, hijo- dijo.

- Me duele mucho, Papi- alcancé a decirle sollozando.

Me sacó cargado. El aire frío me quitó el malestar. Logré pararme. Volví al auto por la llave y pude respirar el aire que había quedado dentro. Todo empezó a girar hasta que sentí el brazo del viejo. Fuimos unos metros más adelante, hasta bajar un pequeño repecho.

Me ayudó con el pantalón y me abrazó por detrás para que pudiera sentarme en el aire. Se me congeló el culo unos segundos, hasta que el vapor caliente del fruto de mis entrañas lo descongeló. El mismo olor a mierda del carro.

De vuelta, me sentía perfecto. Todos callaban. No entendía por qué.

- Chato, no subiste al nevado, ¡pero les dejaste tu tarjeta! -rompió el silencio Papá.

Y todos arrancaron a reír.


Escrito por

Gonzalo Cano Roncagliolo

Quise ser escritor toda mi vida. Luego de dar muchas vueltas por la vida, me atrevo a escribir.


Publicado en

Dibanaciones

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